20 de octubre, 2023-21 de enero, 2024

La exposición María Luisa Pacheco: Geografías de la Abstracción---Madrid, La Paz, Nueva York replantea la vida y la obra de una de las artistas abstractas más significativas de América en la segunda mitad del siglo XX. Utilizando un marco curatorial geográfico-espacial de tres ubicaciones geográficas transformadoras, la exposición revela el contexto local/global de los modernismos de la Guerra Fría y las influencias que moldearon el temprano compromiso transnacional y el estilo pictórico de Pacheco, que eventualmente cristalizó en un vocabulario abstracto muy personal, una técnica evolucionada y una práctica artística madura. La exposición presenta una selección de pinturas, collages, acuarelas, cuadernos de bocetos, recuerdos de archivo, fotografías personales y audio. Los carteles interpretativos contextualizan las obras en una narrativa histórica del arte moderno más amplia, a la vez que las ubican en su trayectoria artística. María Luisa Mariaca Dietrich de Pacheco nació en La Paz, Bolivia, en 1918. Demostró inclinaciones artísticas y un talento excepcional desde temprana edad. Educada creativamente por su padre, uno de los arquitectos urbanos más destacados de la época, y asistiendo a la Escuela de Bellas Artes de La Paz con artistas de formación internacional como Jorge de la Reza (Universidad de Yale), Cecilio Guzmán de Rojas (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) y otros, sus primeros años de formación se complementaron con cursos de arte por correspondencia en Argentina. Tras ganar un concurso de carteles, se incorporó al periódico La Razón como ilustradora en 1946. Ascendiendo a directora de su sección cultural, se familiarizó con las noticias internacionales, las tendencias y debates del arte contemporáneo, y las ideas y figuras intelectuales del momento. Si bien Pacheco había pintado esporádicamente en la década de 1940, el inicio de su carrera profesional como pintora se sitúa en 1950. Becaria de pintura en Madrid otorgada por el gobierno español, Pacheco vivió de primera mano los años críticos del franquismo de 1951-1952, cuando la ciudad presenció una intensa actividad artística. Los estimulantes debates sobre una naciente abstracción no objetiva, liderada por Daniel Vásquez Díaz y Salvador Dalí, el surgimiento de nuevos movimientos artísticos y el auge de una futura generación de artistas del informalismo español, como Rafael Canogar, Antoni Tàpies y otros, tuvieron un profundo y duradero impacto en su evolución artística. Viajando extensamente por Francia e Italia, Pacheco absorbió una nueva era del arte de posguerra, expandiendo cada vez más los límites de la abstracción formal. Esta temprana etapa internacional también la llevó a representar a Bolivia en la I Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte de Madrid y en la I Bienal del Museo de Arte Moderno de São Paulo, entre octubre de 1951 y febrero de 1952. Al regresar a La Paz en abril de 1952, Pacheco se adaptó a un nuevo proceso revolucionario y a la realidad cotidiana con el cierre del periódico La Razón y una sociedad transformada. Al incorporarse como profesora a la Escuela de Bellas Artes, se integró a la vida artística de la ciudad, surgiendo como voz en la configuración de los debates sobre la abstracción vanguardista que buscaban romper con un pasado academicista, altamente figurativo y representativo. Cofundó el colectivo Ocho Contemporáneos para revitalizar una escena artística agobiante. El grupo impulsó un cambio visual, forzando un diálogo con la comunidad internacional de artistas, participando en diversas bienales y exposiciones internacionales en museos y galerías. Con esta incipiente presencia internacional a principios de la década de 1950 y acumulando premios y reconocimientos artísticos, Pacheco fue invitada por el chileno Armando Zegri a exponer en su Galería Sudamericana, ubicada en el número 866 de Lexington Avenue, Nueva York, en 1956. Esta primera exposición en Estados Unidos marca el inicio de su etapa neoyorquina, caracterizada por una gran experimentación y una profunda participación en la escena artística internacional. De 1958 a 1961, recibió tres Becas Conmemorativas John Simon Guggenheim consecutivas, algo sin precedentes. El premio le permitió pintar ininterrumpidamente y explorar la innovación formal y las técnicas. Así, se alejó de su periodo figurativo abstracto de La Paz hacia una abstracción pura, influenciada por el informalismo, explorando la materialidad, la textura y un enfoque formal de los planos, formas, líneas, color y estructura del espacio pictórico. Con una activa práctica de estudio, su etapa neoyorquina la vio madurar artísticamente, desarrollando diversos vocabularios, lenguajes estéticos y enfoques. Figura significativa del arte latinoamericano y estadounidense de posguerra, como lo atestiguan su representación en galerías y su historial de exposiciones, Pacheco formó parte del círculo artístico internacional de Nueva York y East Hampton, siendo la única mujer entre figuras como Fernando Botero, Omar Rayo, Leopoldo Castedo, Nemesio Antúnez, Rodolfo Abularach, Rodolfo Mishaan, Manabu Mabe, Fernando de Szyszlo y Armando Morales, entre otros. Pacheco estuvo activo en el boom del arte latinoamericano de la década de 1960 en Nueva York, con una abstracción
 

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